La gestión de la renovación del aire dentro del alojamiento de los animales es muy importante: cada animal necesita una determinada "renovación" de aire, que suele expresarse en m3/h.
Esta renovación por hora depende de la edad/peso del animal y de la estación del año: en invierno necesitan una ventilación mínima para no bajar demasiado la temperatura ambiente, en verano necesitan una ventilación máxima para mantener la temperatura dentro de unos niveles aceptables y permitir que el animal se refresque.
En la tabla vemos las necesidades/animal según el peso vivo:
Necesidades de ventilación forzada (m3/h) | ||
---|---|---|
Peso vivo ( kg) | Ventilación mínima | Ventilación máxima |
5 | 3 | 6,5 |
10 | 5 | 13 |
15 | 7 | 19,5 |
20 | 9 | 26 |
25 | 11 | 32,5 |
35 | 13 | 35 |
55 | 15 | 55 |
75 | 19 | 75 |
100 | 23 | 100 |
120 | 23 | 120 |
140 | 25 | 140 |
160 | 28 | 160 |
Estas tablas se suelen utilizar en la programación de las unidades de control que gestionan las salas con ventilación forzada, especialmente durante la fase de destete, en la que los lechones son muy sensibles a las variaciones climáticas.
A menudo, las patologías que surgen en esta fase se desencadenan o agravan por una gestión ambiental incorrecta, ya que los cerdos son muy sensibles a las corrientes de aire. De hecho, si la velocidad del aire a nivel del lechón supera los 0,15-0,20 metros por segundo (cuando hace frío), puede influir fácilmente en la aparición de patologías respiratorias o intestinales.
Una corriente en el interior de la nave puede tener varios orígenes: ventiladores regulados demasiado alto, gestión incorrecta de las aberturas de entrada de aire, diseño incorrecto del sistema de renovación del aire, programación incorrecta de la unidad de control, etc.
Por último, no hay que olvidar el efecto del viento (y, en consecuencia, la orientación de la nave) sobre las ventanas. Si una ventana no está "protegida" del viento, puede permitir el paso de demasiado aire al interior, a una velocidad demasiado elevada.
En este caso, la solución adoptada por este porcicultor mitiga el efecto del viento sobre las ventanas, tanto si tenemos ventilación forzada como natural.
Dos cables de acero trenzado paralelos se fijan por encima y por debajo de las ventanas a lo largo de toda la nave, equipados en los extremos con un tensor para mantener la tela bien tensada.
Una lona "cortavientos" de bajo costo, que se puede adquirir fácilmente en un almacén agrícola, se fija a estos cables mediante abrazaderas especiales.
La tela, bien tensada, es capaz de limitar las ráfagas de viento que molestarían a los animales.
Si se necesita más aire, se colocan pequeñas tablas de madera entre la pared y el cable inferior, para permitir que la tela se separe de la pared y facilitar la entrada de aire.